La posidonia oceánica no es una alga, sino que es una planta acuática, es decir tiene raíz, tallo y hojas. Es endémica del Mediterráneo y su importancia reside en el hecho de que es un elemento clave para preservar los ecosistemas marinos, prevenir la erosión de las costas y para el equilibrio de la presencia de CO2 en el mar y en la atmósfera.
Forma praderas submarinas que tienen un papel fundamental en la conservación y protección de playas y dunas, zonas de gran fragilidad y valor ecológico, ya que forman rompeolas naturales que atenúan la acción del oleaje. En las playas, las hojas muertas forman barreras contra los efectos de la erosión causada por los temporales de invierno y, entre temporal y temporal estas hojas muertas quedan enterradas bajo los nuevos aportes de arena, atrapándola y asentando así la playa.
Como si de bosques se tratara, la posidonia es imprescindible para el equilibrio ecológico del medio marino; depura y oxigena las aguas costeras y alberga multitud de especies de peces e invertebrados, por lo que se la considera un buen bioindicador de la calidad de la aguas marinas costeras.
Sus hojas verdes son largas y aplanadas, pudiendo llegar a medir hasta un metro y medio, formando grandes praderas en el fondo marino. La media de vida de sus brotes es de unos 30 años. Florece en otoño (aunque no siempre) y da unos frutos llamados «aceitunas de mar», unas bolas que, tras desprenderse de la planta, flotan hasta la orilla del mar donde suelen aparecer entre Mayo y Junio. Su papel en el ecosistema es importantísimo ya que muchas especies encuentran sus nutrientes y su morada en la posidonia, como por ejemplo, varias especies de estrellas de mar y numerosos erizos, pulpos, sepias, camarones, cangrejos y peces pequeños. Esta planta representa para ellos una gran despensa y un lugar donde reproducirse y para que las crías se desarrollen.
Las obras marítimas, la contaminación de aguas costeras, la generación de playas artificiales, el calentamiento de las aguas de mar debido al cambio climático, la retirada de hojas muertas que llegan a las playas y el anclaje de embarcaciones amenazan gravemente a los ecosistemas de posidonia. Es un planta de crecimiento muy lento y se la considera un recurso/sistema no renovable, por lo que la pérdida de posidonia es casi irreversible.
Las praderas de posidonia oceánica están desapareciendo en todo el mar Mediterráneo, por lo que está reconocida y se incluye en la Directiva Hábitats de la Unión Europea como hábitat prioritario protegido. En Menorca, la posidonia está protegida en varias zonas como, por ejemplo, Es Grau, donde se puede comprobar de primera mano los beneficios de esta “milagrosa” planta.